Cuando la sabiduria de los pequeños sale al encuentro de los mayores, o el arte de romper paradigmas.

"Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea" (Paulo Coelho)


sábado, 22 de febrero de 2014

Confianza.


#3: ¿Por qué no puedo ser astronauta y también bombero, vamos a ver?
                                                                                                      (Tony, 9 años)
La leyenda de Paganini






Confianza.


Los pequeños se caracterizan por mantener una actitud abierta para poner en marcha ideas y proyectos que pueden parecer imposibles de realizar a los mayores. Cuando se inician en el aprendizaje musical, ponen en marcha enormes dosis de auto confianza. Las necesitan para superar aquellas situaciones de ambigüedad a las que tendrán que enfrentarse: ¿Cómo explicará  el profesor las lecciones? ¿Seré capaz de entender sus instrucciones? ¿Encontrará el ritmo y estilo de aprendizaje adecuados? ¿Merecerá la pena tanto esfuerzo y disciplina? ¿Podré aguantar la presión que supone dar una representación frente al público?.

Resulta difícil imaginar lo que podríamos conseguir si fuéramos capaces de seguir manteniendo la misma actitud positiva y confiada sobre nuestras propias aptitudes y posibilidades, de la que los pequeños hacen gala, cuando se ponen al frente de su aprendizaje y de sus proyectos.

Si pusiéramos atención a nuestras conversaciones, veríamos hasta que punto están plagadas de barreras mentales negativas: “no sé dibujar”, “no sé bailar”, “no sé hacer nada...”. 

En realidad, ¿no podemos hacer tal o cual cosa, o es simplemente que nos aterra la sola idea de intentarlo? ¿De quedar en ridículo? ¿De parecer bobos, locos o, lo que es aún peor, infantiles”? Ese “no puedo” o “no se”, ¿describe un estado de cosas inmutable, o se debe, en realidad, a un juicio de valor que esconde una gran falta de confianza en nosotros mismos?

¿Reflexionamos?


Tómate algo de tiempo y piensa sobre tus conversaciones internas, esas que te rondan la cabeza, una y otra vez, cuando acometes algún proyecto nuevo y a las que, tal vez, hasta ahora, no has prestado la debida importancia. 

Te escuchas a ti mismo diciendo cosas tales como:
  • Soy un perdedor.
  • Nunca lo voy a conseguir
  • No sé nada.
  • Soy muy tímido.
  • Esto es imposible.
  • Otra vez la voy a fastidiar.
  • Soy un desastre.
  • No hay manera de hacer que las cosas me salgan bien
Si ese fuera el caso, ¿qué tal si cambias el discurso y te planteas, de manera firme, las siguientes preguntas?
  • ¿Qué deseo conseguir, realmente?
  •  Si al despertar mañana, mis deseos se hubiesen cumplido, ¿qué resultados tangibles habría conseguido?
  • ¿Qué haría en este mismo momento para conseguir esos resultados?
  • ¿Qué me está frenando para hacerlo?
  • Cuándo digo cosas tales como, “no lo voy a conseguir”, ¿qué pruebas tengo que sustenten esa teoría?
  • ¿Debo permitir que los fracasos del pasado condicionen mis éxitos a futuro?
  • ¿Qué decido ser: ¿parte del problema, o parte de la solución?
Todas estas preguntas poderosas ponen el foco en tus acciones personales y te alejan de los juicios de valor negativos.


No podía faltar en nuestro blog un paseo por la música del genial Niccolò Paganini.

Magia, simplemente, magia.


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